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Competencias de Poesía Naturalista

El naturalismo data de la primera línea que escribió el hombre. Desde este día, se planteó la cuestión de la verdad. Si concebimos la humanidad como un ejército en marcha a través de las edades, lanzado a la conquista de la verdad, en medio de todas las miserias, de todas las enfermedades, habrá que poner en vanguardia a los sabios y a los escritores.

Sólo bajo este punto de vista es posible escribir una historia de la literatura, y no bajo el punto de vista de un ideal absoluto, de una medida estética común, perfectamente ridícula 2.

Este afán zolesco por defender el naturalismo como una tendencia literaria general que puede afectar a todas las manifestaciones del escritor, tiene en la naturaleza la base de su esencia y de su existencia en el pensamiento naturalista.

Las palabras de Zola son significativas:. El naturalismo es la vuelta a la naturaleza, es esta operación que los sabios realizaron el día en que decidieron partir del estudio de los cuerpos y de los fenómenos, de basarse en la experiencia, de proceder por medio del análisis. El naturalismo en las letras es, igualmente, el regreso a la naturaleza y al hombre, es la observación directa, la anatomía exacta, la aceptación y la descripción exacta de lo que existe.

La tarea ha sido tanto para el escritor como para el sabio. Uno y otro tuvieron que reemplazar las abstracciones por realidades, las fórmulas empíricas por los análisis rigurosos 3. La cuestión queda planteada con toda claridad.

Se persiguieron unos fines y se consiguieron determinados objetivos, aunque, como es sabido, no todo fue oro y lo que relució muchas veces se apartó del estricto dogma naturalista, dando entrada a excepciones que hicieron la regla válida y que aún hoy nos sobrecogen y nos subyugan como lectores.

Un aspecto muy interesante de todo este asunto lo constituye, desde luego, el examen de la posibilidad de existencia de una poesía naturalista. Hemos avanzado que en principio ambos conceptos no son fácilmente allegables. Parece que poesía y naturalismo son antagónicos y, sobre el papel, evidentemente se formulan como entes contrarios.

Pero lo cierto es que en España existió una manifestación poética que no se dudó en denominar naturalista, y que, desde luego, responde a un tiempo y a un espíritu relacionados con el naturalismo. Fue José María de Cossío quien, en , no dudó en adscribir a esta corriente a aquellos poetas que, a falta de otro marchamo más digno e inencasillables en otras denominaciones, habían sido considerados costumbristas o regionalistas, basándose más en un criterio geográfico o lingüístico que en un criterio estrictamente ideológico o literario.

Y es curioso que el propio Cossío, que fue en definitiva el que les dio el nombre de naturalistas a poetas como Vicente Medina, o Gabriel y Galán, tampoco esté muy seguro o sea muy firme en su decisión.

Así escribía el apreciado estudioso en Una corriente poética merece apuntarse, que nacida a fines del siglo XIX, tiene su mayor desarrollo ya dentro del nuestro. Es lo que pudiéramos llamar naturalismo rural , y lo fomenta, a más del ejemplo del naturalismo en la novela, el renacimiento de los idiomas y dialectos regionales característicos de este período 4.

El objetivo de las presentes páginas no es otro que confirmar que no debemos temer a la hora de utilizar tal adscripción a poetas hoy prácticamente olvidados del público lector como Vicente Medina o Gabriel y Galán, tantas veces injustamente maltratados y relegados a un encasillamiento regionalista que los ha reducido a ser lectura de nostálgicos y neurasténicos eruditos locales.

La historia tiene siempre sus razones, pero intentaré demostrar con los documentos suficientes que en aquellos años finales de siglo las cosas fueron de manera muy distinta, y con el nacimiento de la poesía de Vicente Medina se quiso ver la aparición de una poesía que a muchos convenció por su sinceridad y que no se dudó en allegar al naturalismo, entonces tan de moda, tan discutido y tan denostado.

Antes de avanzar más sobre aquellos años, volvemos de nuevo a nuestro tiempo, a , para advertir que la adscripción hecha por Cossío no fue prédica en el desierto, y observar que hoy se toma en consideración, en el último manual que ha aparecido de literatura española, la clasificación que nos ocupa, aunque eso sí, con toda clase de reservas.

Pedraza y Rodríguez señalan lo siguiente en el volumen que dedican a literatura «fin de siglo»: «El otro aspecto que trataremos en este capítulo es el de la poesía regionalista y dialectal [como vemos, Pedraza-Rodríguez insisten en clasificaciones basadas en criterios geográficos -regionalista- y lingüísticos -dialectal-, pero no literarios].

Este movimiento -continúan- hunde sus raíces en el siglo XIX. Tiene relación con el resurgir de las lenguas vernáculas que desató el romanticismo y con el propósito verista que es propio del realismo. Cossío -terminan- recoge estas formas líricas bajo el significativo título de naturalismo rural » 5.

En los años finales de siglo los críticos tuvieron menos dudas. Relacionaron a Vicente Medina con las corrientes próximas al naturalismo, lo cual tampoco fue muy difícil, sobre todo si tenemos en cuenta que el poeta fue al mismo tiempo conocido como dramaturgo, y como autor de dramas rurales, especie próxima a corrientes naturalistas.

Si puede haber dudas de la existencia de una poesía naturalista, también las hubo sobre la posibilidad de un teatro naturalista, y aún hoy percibimos el apasionamiento con que Zola defendió la realidad de una escena próxima a su movimiento 6.

Pues bien, como recuerda Mariano de Paco, el editor actual de aquel teatro naturalista del poeta,. En el origen de este último se advierte la influencia del naturalismo y del costumbrismo regional, tan extendido en los años finales del siglo XIX 7.

Y lo más curioso es que tanto formas como temas, sobre todo el amor y la honra, se desarrollan en este género «reflejando las pasiones humanas en un estado primario que la ambientación favorece decisivamente» 8. Con tales supuestos, quien desde luego lo tenía muy claro es el propio Medina que no dudaba, en uno de los numerosos escritos teóricos de aquellos años, en afirmar su incuestionable, para él, adscripción.

En , relataba el poeta sus comienzos literarios ya serios después de muchos ensayos y ponía de relieve cómo cuando tenía esbozado el drama El rento se dedicó, señala con cierto tono científico muy de la época, a hacer «unos estudios del lenguaje que iba a emplear en el [drama], escribiendo algunos romances en el habla de la huerta» 9.

Es cuando surge su primer, y luego tan famoso poema, «La barraca», al que seguirían «En la cieca», «La novia del sordao», «Isabelica la guapa», «Carmencica», etc.

Terminado el drama y estrenado, el poeta fijó entonces, decidido y consciente, lo que habría de ser su estilo:. Desde entonces quedó definido claramente mi carácter literario.

Géneros: la poesía y la dramática. Escuela: la naturalista. Asuntos: la vida actual, sus luchas, sus dolores y sus tristezas. Tendencias: radicales. En mi labor, dos literaturas, al parecer: regional y general; a mi entender, una sola: la popular Creo que el texto merece algunos comentarios, y ya sobre él se han hecho objeciones interesantes tanto por Mariano de Paco como, más recientemente, por Manuel Alvar.

Aseguran ambos que en algunas cosas acierta aunque en otras estaría un tanto desorientado Pero lo que ahora nos llama la atención es la seguridad con que afirma que su escuela será la naturalista , y los asuntos, la vida actual, sus luchas, sus dolores, sus tristezas.

Y la rapidez con que trata de desprenderse de la etiqueta de regional para preferir la más prestigiosa, incluso ideológicamente, de «popular». Que consiguiera o no crear esa escuela de dramática y poesía naturalista es otra cuestión, pero desde luego lo que sobresale es su seguridad en la adscripción literaria al naturalismo.

Partiendo de la consideración de los «asuntos» antes señalados la vida actual, sus luchas, sus dolores, sus tristezas , vamos a introducirnos en algunas de las notas características que definían esta nueva poesía por lo menos en el plano de lo teórico.

José María de Cossío delimitó con bastante acierto, ya en , cuáles eran las aportaciones más originales del poeta:. Vicente Medina [escribe el ilustre crítico] se enfrenta con la naturaleza y las gentes de su tierra, y para interpretar su belleza o sus sentimientos, elige el camino directo que es el del propio dialecto de sus modelos, y además, en sus giros y en su léxico más plástico y popular [ El dialecto venía a ser así el idioma de las pasiones y sentimientos generalmente elementales de las gentes del pueblo, y es explicable que la lengua poco elaborada literariamente, encontrara dificultades para la descripción o el análisis delicado de las pasiones.

Lo cierto es que Vicente Medina no pretendió otra cosa. Sólo expresar la verdad, la verdad de una lengua recogida directamente del pueblo, aunque hay que asegurar que su propósito no era filológico sino verista.

Con razón Manuel Alvar ha asegurado que la lengua empleada por Medina no es dialectal en sentido lato sino castellana con dialectalismos en sentido estricto, como lo es del resto de la poesía dialectal española de nuestro siglo Un escritor se destaca entre los que pusieron en relación a Medina con el naturalismo.

La autoridad de Clarín en estos terrenos es valiosa a la hora de comprender cómo se entendió a Medina en aquellos años.

El día 20 de julio de , en un artículo de La vida literaria escribía Leopoldo Alas palabras que hoy son clarificadoras, sobre todo a través de unos subrayados que sobresalen en su texto. Para Clarín,. Medina no pretende nada; no tiene escuela, no tiene vanidad Casi no tiene más que dolor.

Casi siempre habla de las penas que le vienen a los humildes de su propia pobreza, por culpas del ancho mundo, tan difíciles de determinar, que parece que caen de las nubes todas las desgracias, y que culpable no es nadie o es el viejo fatum.

No es Medina tendencioso; no cultiva el arte por la sociología; no es poeta socialista, ni anarquista, ni ácrata , como se llaman ahora algunos.

Por lo mismo causan más impresión los [y aquí vienen subrayadas tres palabras] hechos , los documentos , las pruebas , que en sus versos se acumulan a favor de la causa de los desvalidos Tales hechos, documentos y pruebas ponen inevitablemente en relación a Medina, en la mente de Clarín, con el naturalismo, una de cuyas vertientes, la rural, es a la que con más facilidad es posible adscribir a nuestro poeta como a Gabriel y Galán.

Recuérdese que Cossío hablaba de «naturalismo rural», y lo cierto es que el campo entra de lleno en la literatura nuevamente, ahora desde un ángulo de análisis estrictamente experimental y verista. El ejemplo de Zola y su novela La tierra , la existencia del drama rural y su conexión con el naturalismo ponen de moda en ciertos niveles lo que podríamos denominar «ruralismo».

Medina fue siempre muy consciente de su especialización en este campo y, todavía en , el poeta se mantenía fiel a su concepto de la poesía que él denomina «agraria», caracterizada por «la lucha y el amor por el terruño» Y en los años que nos ocupan, en el paso de un siglo a otro, la posición de Medina a este respecto era valorada por su originalidad y su valentía.

Así, el poeta Teodoro Llorente, a raíz de la aparición de La canción de la huerta segunda serie de Aires murcianos 15 no duda en referirse al carácter nuevo de esta poesía tanto por su contenido humano como por su nuevo enfoque, alejado desde luego de un costumbrismo regionalista y superficial:.

Aunque la huerta murciana [escribe Llorente] se presta mucho a la pintura del paisaje, Medina no es paisajista; es un pintor de género.

No le interesa la Naturaleza, sino el hombre; no es el poeta del campo, sino el poeta de los campesinos. Ni en sus primeros Aires murcianos , ni en los que ahora ha publicado, hay una sola composición meramente descriptiva; todas son escenas de la vida humana a las que da realce el lugar en que se desarrollan, pero este agradable escenario solo es el fondo del cuadro: el interés de este estriba en las figuras, pintadas siempre, con tan delicados toques de observación, que parecen vivas y quedan imborrables en nuestra memoria Comentando estas ideas, D.

ª Emilia Pardo Bazán aclaraba que, en el pensamiento naturalista, la materia y sus energías se imponen a la voluntad humana, como la ley de la gravedad fuerza la caída de la piedra 11 Por eso, la primera obligación del novelista moderno era descubrir «el mecanismo del corazón y de la inteligencia», haciendo así de la literatura un producto más científico que literario 12 Y si ese determinismo puede derivar del ambiente -de ahí la importancia de la descripción 13 13 - y de la herencia, estos elementos han de ocupar un lugar privilegiado en la atención del novelista.

Aparentemente, Rueda sigue tales postulados cuando en su «carta íntima» a A. Martínez Olmedilla escribía: «Somos esclavos del plano en que vivimos.

Él forma nuestra inclinación, modela nuestro temperamento, cuaja de un modo determinante nuestro carácter» 14 14 , con lo que parecía seguir fielmente el postulado zolesco de que había que escribir con «sentido de lo real», aceptando que la Naturaleza nos moldea a su capricho sin dejarnos posible escapatoria 15 Pero matiza ese determinismo cuando, despojándolo de su sentido más trágico, lo define con los modernistas como la dulce violencia que emana de los «sutiles llamamientos de la vida» 16 En El gusano de luz , por ejemplo, Concha desarrolla su cuerpo y sus ansias con la inexorable necesidad de lo vivo.

Del mismo modo, Sebastián constata que las tendencias eróticas que le avasallan proceden de raíces fisiológicas 17 Es verdad, pues, que en los libros de Rueda la pasión se presenta, al modo naturalista, como incontrastable, pero también, al gusto modernista, como sometimiento gozoso al placer de los sentidos.

Al final, las leyes de la sangre se imponen, y muchos personajes aparecen como hipóstasis de fuerzas telúricas o biológicas. No podía escapar este rasgo a la perspicacia de Valera, que, olvidando la distinción de Zola entre determinismo y fatalidad -el hombre depende en su existencia de condicionantes físicos determinismo , pero estos pueden modificarse negación del fatalismo 19 19 -, acusaba al malagueño de haber tomado de aquel el prejuicio de que «se da en el ser humano algo de fatal, de imperativo o determinante que lo arrastra con violencia invencible En la lucha entre impulso natural y razón, aquel prevalece siempre, pues por encima del razonamiento está la fuerza de lo biológico.

Es este un punto esencial en la ideología poética de Salvador, que explica la conducta de Concha y Sebastián en El gusano de luz , de Rubí y David en La Cópula , y de Rosalía y Bernardo en La Reja. La pujanza de la pasión es tal que, cuando la rechaza la lógica, aflora en el mundo de los sueños, como afirma Rueda intuyendo la teoría psicoanalítica del subconsciente y su manifestación en lo onírico.

La Naturaleza impone siempre sus leyes, y el individuo cumple, en el reducido microcosmo de su persona, el plan grandioso que contienen en cifra los genes del Universo 21 El hombre es para Rueda la manifestación suprema de la Materia vivificada por el espíritu, y proyectada por el Creador con vistas a un plan que abarca cuanto existe 22 Por eso, al ser la Materia el punto de arranque de su cosmovisión, y los sentidos quienes reciben los estímulos de aquella para relacionarse y actuar, su poesía y su novela se basan en un auténtico «sensualismo metafísico».

Este no puede considerarse ni fuente de libertinaje ni muestra de decadentismo moral -ni Naturalismo ni Modernismo-, sino filosofía largamente fundada en reflexión 23 Ello explica que El gusano de luz se defina como «estudio de sensualismo», que Concha parezca «tener la inteligencia en los sentidos» -lo que es altísima alabanza-, que Rosalía tenga «la instintiva inteligencia de la materia», y que los labios de Rubí -«gruesos, redondos, que incitaban a chuparlos; labios de un carmín alarmante»- se vean como «una especie de doble grito del sensualismo» 24 Este, sin embargo, pese a las observaciones de Valera, Pereda y Clarín , difiere por igual del naturalista y del modernista.

Arranca, en efecto, de una convicción religiosa, basada en la fe en un Creador que ha proyectado meticulosamente su obra, confiando a la Materia en evolución la tarea de ensancharla hasta los límites por él establecidos.

De ese modo, el esfuerzo de Rueda por dignificar la Materia -y sus órganos de comunicación, los sentidos-, le aparta del Naturalismo, mientras sus raíces religiosas le alejan a la vez del esteticismo modernista. Su «materialismo sensualista» se hace así casi espiritual, restaurando posturas rousseaunianas, en cuanto sus personajes, imbuidos de las ideas que acabamos de exponer, son prototipos de una humanidad sin culpa ni malicia, que repristiniza tendencias y conductas sanas en sí, y hasta sagradas, redimiéndolas de las connotaciones que les ha dado una sociedad viciada.

Rueda, pues, recurre a la idealización de los actos de la Materia, en cuanto tienen de anhelos biológicos y de placer de los sentidos, poetizándolos a base de belleza conceptual, fantasía y primores de estilo. Muchas veces les da incluso trascendencia; mediante su conversión en símbolos universales.

Pero lo que busca sobre todo es alejarlos de toda connotación decadente o enfermiza, presentándolos simplemente como eslabones de lo natural. En este sentido, su obra adopta una actitud de «ataraxia», que le viene -según su propia confesión- de Daudet, Castelar, Clarín , Alarcón y Pereda.

Estos, en efecto, iluminando con la nobleza de su alma temas envilecidos, han logrado ungirlos otra vez de pureza y juventud, llenando el espíritu de sus lectores de serenidad. Tal es el privilegio de quienes «se han desarrollado en la Naturaleza, o que a su manera tienen algo de sensualismo griego» -para Rueda, símbolo del gozo pagano de la vida, sin la interferencia de ascéticas basadas en la pretendida eficacia redentora del dolor-; «organismos privilegiados, placas de repercusión donde vibra y canta toda la vida» 25 Así se logra trascender, en su opinión, el Naturalismo y el Modernismo, por un camino de genérica religiosidad de matices panteístas.

Rueda nos sitúa, pues, ante el sacramento de la Materia como objeto y motor de la sensualidad -signo sensible de la sabiduría del Creador- 26 26 , lo que le permite hablar, sin sombra de cinismo, del «goce sublime y puro» de los dotados de «un sensualismo sin doblez», «sensualismo casi religioso», que hace de ellos «colosales niños de ojos mansos y llenos de nobleza, poseídos de éxtasis carnales»; ellos son los depositarios de un «refinado sensualismo, que forma sus torres y castillos de oro en la imaginación Como era de esperar, Rueda justifica sus puntos de vista con el recurso al Cantar de los cantares , en lo que, aparte sus propias convicciones, no hacía sino seguir una idea que le había sugerido Valera 28 Desde esta perspectiva resulta comprensible su detallismo en la descripción de lo sensual, que algunos estimaban morboso y propio de escuelas ultrapirenaicas, desde Zola a Rollinat, y desde Rubén Darío a José Asunción Silva y demás imitadores del preciosismo parnasiano y decadentista francés.

No podía faltar quien le acusara de «fisiologismo», sin caer en la cuenta de que mal podía incurrir en ello quien veía la fisiología como instrumento de un plan providencial. Lo mismo podría decirse del controvertido papel que juega el sexo, como tal, en la obra del malagueño, y que, si bien en lo exterior presenta de nuevo semejanzas con ambas escuelas, se separa de ellas por la trascendencia filosófico-religiosa que él le confiere.

Salvador repite, en efecto, una y otra vez, su temor a ser mal interpretado en este aspecto, al que dice no poder renunciar por formar parte de lo más importante de su visión poética del mundo. Léanse, por ejemplo, las cartas que dirige a F. Gelormini, fallido traductor al italiano de El gusano de luz y de La Cópula , que permanecían inéditas en la Biblioteca de José Luis Cano, y que, gracias a su generosidad, figuran en el Apéndice de este trabajo: «El tema [de la segunda de estas novelas] es sumamente peligroso» -reconoce, a la vista del escándalo que había levantado en España-; sin embargo, «a pesar de su título atrevidísimo y emocionante "significa el cohito ", declara con candor muy suyo en otro lugar de dicho epistolario , he procurado tratar el escabrosísimo tema con la mayor grandeza, vigor y sublimidad: no es, pues, una novela de pornografía, sino todo lo contrario» 29 Hay en estas palabras un intento de defensa frente a la acusación que, increíblemente -por venir referida a El gusano de luz - le había dirigido Pereda, que calificaba a libro tan ortodoxo de «novela pornográfica de la peor especie» 30 De aquí proviene también, a mi entender, el patético apóstrofe que cierra el capítulo XVII de La Cópula :.

Toda tú eres casta y sagrada, y en el momento inmenso, simultáneo y múltiple en que celebras tu Cópula infinita, parece que levantas millares de hostias de las almas 31 He tenido a bien protestar Precisamente me mato por repetir que el naturalismo no está en las palabras, que su fuerza reside en que es una fórmula científica» 32 El propio Valera, tan reciente con el Rueda «naturalista» y «modernista», entrevió el alcance de la intención de este cuando, a propósito del Himno de , observada que «el ir dirigidos [sus catorce sonetos] a la carne presupone cierta trascendencia teológica o filosófica» 33 El rechazo de Rueda a la acusación de pornografía que se le hace descansa en que, para él, el sexo no es sino la llamada a perpetuar la vida y hacer desbordar la Naturaleza.

Como observó hace tiempo J. ª de Cossío, en él «lujuria y naturaleza son sinónimos, y fecundidad y vida, con mejor acierto, complementarios» 34 Y así, cuando Rosalía, hecha ya mujer, anhela el abrazo fecundador de David, el poeta y novelista contextualiza esas ansias en un marco genesíaco de sentido universal: «Era natural, y por lo tanto bello y lógico, aquel deseo de sus átomos a anhelar encarnación en otras moléculas amorosas.

Un hombre y una mujer no son uno y uno; son medio y medio; y el proceso que se abre y se desarrolla durante la atracción de esas mitades para formar un todo, es la eterna historia de amor de todos los seres humanos» 35 La mujer es lo bello y delicado, y el hombre lo vigoroso y pujante; por eso, necesitan perfeccionarse mutuamente por la unión, dejando atrás lo que antes eran: «media innutrida existencia» 36 Sebastián y Concha, como David y Rubí, son, pues, símbolo de la unión de dos mitades que engendran, con lo que sus historias de amor se elevan a categoría, desde el plano aparentemente limitado de la anécdota de sus vidas.

En Rueda, la unión de los sexos es la respuesta de la pareja a una llamada que, en nombre de la fecundidad, se produce desde las entrañas de cada una de sus mitades para consumar el encuentro vivificante.

Y así, cuando en El gusano de luz va Roque por caminos desusados al encuentro de Rosario, lo hace cantando una copla que expresa lo ineludible de su conducta:. Este reclamo halla su perentoriedad en lo que tiene de providencial biología.

Es la llamada mutua del varón y la mujer, que surge, en palabras de Rueda, como una «constante emanación que levanta ráfagas de sensación en los nervios», y que podría compararse con el vaho de un nido de pájaros, o con el aroma embriagador de viejos y nuevos vinos 38 Al enfocar así el asunto -«la novela advierte el escritor a Gelormini, refiriéndose a La Cópula tiene un tema grandioso, sublime: la dilatación de las especies» 39 39 -, coincide Rueda con los naturalistas en la atención que concede a la generación de la vida y el misterioso avanzar de las fuerzas naturales.

Se distingue, sin embargo, de ellos al insistir en la idea de que el hombre evita la animalización por la presencia reflexiva de su espíritu 40 No se trata, por supuesto, de renovar con un poco de cosmética literaria el viejo principio agustiniano de bono matrimonii 41 41 , sino de exaltar el poder generador de la Materia, sobre todo -pero no únicamente- la animada -«la carne»-, entendiendo por ella, como escribió Valera, «la sustancia organizada y viviente de que se vale el Artífice supremo para revestir de forma sencilla su idea» 42 Así lo dice el novelista al final del capítulo VI de La Cópula , con palabras que le alejan una vez más de ese Naturalismo cuya presencia se reduce en él a simples rasgos aislados y exteriores:.

David atraía como atraen las montañas, porque son grandes y buenas. David, siendo de carne y hueso, era el símbolo de la Materia.

Hasta su enorme poder procreador, hasta su amplio manantial erótico, fuentes de multiplicación, río prolongador de la especie, ¿no hablaba de la vena eterna que hace cadenas de especies, que dilata collares de seres?

Así como Rubí era en lo femenina, ensoñadora y delicada, la mitad de la vida, la Mujer, David era el Organismo Varonil.

Sí, y por eso se titula santamente LA CÓPULA. El alma turbia que no vea en mi intento algo alto y grande, digno de la vasta reproducción de los átomos en la vida universal, debe cerrar este libro, pues no se ha escrito para ella. Está escrito mirando al Sol y a Dios, que son las dos fuentes de la Vida 43 A la vista de textos como este, no puede extrañarnos que, para él, la alcoba sea un templo, y la relación íntima una liturgia 44 Cuando esta se hace imposible, sobreviene la muerte, que nunca es el final definitivo del existir, sino un nuevo punto de partida de otra cadena de uniones.

Recordemos las páginas admirables de la muerte de D. Ezequiel: sobre su ataúd se apareaban palomas, gorriones, gusanos y mariposas. Y hasta el cadáver en descomposición era fermento de renovadas existencias: «El redondo lunar del sol que iba a dar sobre la boca muerta, sobre los ojos muertos, era el beso de resurrección, el beso transfigurador, beso de Pascua, beso-metamorfosis, que obligaba a la materia del cadáver a revolverse, a reaccionarse, a distribuirse en nuevas vidas, en gusanos, en vegetales, en insectos, en nuevos ramales de actividad» 45 Del primero, algo tan adjetivo como el gusto por lo grandioso y por lo alegórico, el tema tremendo, y un cierto regusto a cientificismo; del segundo, la forma cincelada.

Nada más. Lo esencial es el éxtasis del escritor ante la ininterrumpida cadena del existir, que se plasma en una literatura emocionada. Esta espiritualización de la biología lleva a Rueda a empalmar, a veces, con posturas neoplatónicas, aparentemente tan alejadas de sus presupuestos estéticos.

Así, la alusión al beso, la concepción del amor como una proyección hacia la luz, y, sobre todo, la proclamación del valor apologético de la presencia del ser amado, en expresión que recuerda a Bécquer: «Yo no sé, tío -dice Concha a Sebastián-, pero cuando me miras me parece que penetra Dios en mi alma» 46 Incluso en La Cópula -«novela de amor», como la define Rueda a Emilio Suardi 47 47 -, la atracción de los sexos se enmarca en el contexto de los hechos naturales dotados de poder catártico -«nos hace recibir la invisible comunión que lava del pecado»-, esparciendo por las almas y los cuerpos un bálsamo de serenidad.

Más cerca de los presupuestos naturalistas se hallan las reflexiones de Rueda -siempre escasas- acerca de la maldad humana y las injusticias sociales. Como al Diablo Cojuelo, le parece ver agazaparse bajo los techos risueños de las casas de campo andaluzas «la perfidia, la traición, lo imprevisto y monstruoso, innatos a la naturaleza humana»; la Antonia de El gusano de luz constata «cómo es de imperfecta el alma humana y cómo por cada punto de luz que la ilumina lleva infinitos lunares de sombra.

En ciertos momentos, Salvador parece basar su relato en la teoría de Zola de que la constitución corporal predetermina la conducta del individuo 49 Así podrían explicarse figuras como las de los delincuentes que asaltan de noche la casa de Sebastián, los magistrados venales de Ámsterdam, el rico mercader holandés Dimas Iscariote que se ceba en los desgraciados, etc.

Para Rueda, sin embargo, en posición más próxima a Rousseau que a Zola, estos males derivan sobre todo de una organización social intrínsecamente perversa. Por eso define a Rosalía como «una mujer origen, limpia de civilización», «compendio de la Naturaleza desbordante El remedio, lejos del revolucionarismo naturalista y del esteticismo modernista, hay que buscarlo en la lección de disciplina, solidaridad y candidez que da la Naturaleza.

Salvador lo dijo con palabras definitivas:. Esta búsqueda de la redención ética por la senda de lo natural da, en La Cópula , un paso más para proclamar al Cristianismo como la gran fuerza moderadora de la conducta humana.

Las pasiones desatadas, que pueden llevar a la catástrofe a quienes no sepan dominarlas, «necesitan unas bridas tensas, una serreta poderosa, lo que da la cristiana, inmensa religión» 52 Un nuevo elemento aleja a Rueda del Naturalismo y del Modernismo: la presencia constante en su obra de la alegría.

Es verdad que algún crítico ha señalado en el Naturalismo español rasgos de humor y suave ironía 53 53 , pero de todos es sabido cómo en esos movimientos predomina la desesperanza, por un lado, y el esteticismo aristocrático por otro.

En Rueda, la alegría adopta dos formas principales: una más epidérmica, la del costumbrismo andalucista; otra más profunda y cósmica, la que brota de la plenitud del ser al cumplir los mandatos de la Naturaleza.

Así, ante la unión inminente de David y Rubí, el carmen granadino en que ello va a tener lugar ríe hasta sus cimientos, en una expectativa gozosa de dilatación vital.

Para Rueda, esa alegría es un homenaje que complace al Creador más que permanecer para siempre de rodillas, pues la exultación de «cuantos saben pensar alto y sentir hondo ante el momento mil veces sagrado de una sublime cópula» es el mejor reconocimiento de su sabiduría y poder 54 Gotead sobre mi frente, ¡oh piedras [preciosas]!

La alegría es el testimonio del más hondo aprecio del hombre por la creación, y enriquece al que la siente con un tesoro nutricio que le ayuda a vivir. Reducida a porciones menores, y convertida en anécdota, esta alegría da su peculiar encanto a cuadros populares como «La fiesta en los lagares», «Las bromas campesinas», «La buenaventura», «El amasijo campestre», «El juego de las brujas» o «La cencerrada» 56 Aquí sí que se entusiasmaba Valera, que subrayaba la graciosa propiedad de estos cuadros: «Se ve -decía-, se toca y hasta se huele lo que el señor Rueda describe Todo está copiado del natural con fidelidad y con gracia» 57 Frente a los escenarios naturalistas, escogidos de entre lo más sórdido y miserable, y a los exóticos y suntuosos ambientes modernistas, Rueda se complace en pintar campos luminosos, casas limpias y soleadas, playas cegadoras y cortijos bulliciosos.

En ellos no encontraremos alcohólicos, locos, enfermos o princesas presas del spleen 58 58 , sino campesinos andaluces, sanos de cuerpo y espíritu. Frente al proletariado industrial zolesco, y a la clorótica y refinada humanidad rubeniana, Rueda nos presenta seres humanos que sirven apasionadamente sus destinos vitales 59 Solo ocasionalmente aparece la nota pesimista, casi siempre tocada de humor, cuando el escritor se burla de lo más zafio de esa gente.

Recordemos «El juego de las brujas», donde, tras relatar el cruel sucederse de ataques velados, exclama con desprecio: «¡Qué eructos a gazpacho exhalaban aquellos brutales hombres, cuyo instinto jamás había sospechado lo que pudiera ser delicadeza!

Y en otros pasajes: «Aún seguían los patanes diciendo despropósitos»; «tomó cada trabajador la dirección de su albergue soltándose coces los unos a los otros» 60 En la línea de nuestros escritores del Siglo de Oro -y apartándose una vez más de la ideología naturalista- la desgracia de estos infelices es presentada por el novelista como algo bufo.

Así sucede con los patéticos amores del bracero Roque con la «señorita» Rosario, que acaban con detalles de afrenta «que hubiera[n] hecho desternillar de risa a una reunión» 61 61 , como dice Rueda con incomprensible dureza.

Esta misma equidistancia entre Naturalismo y Modernismo se halla en lo que respecta al caso particular de la mujer. Ni abyecta ni sofisticada, Concha, por ejemplo, se nos presenta joven y sana, con un cuerpo en que resplandece «la redondez y plenitud de la curva y la piel satinada de la virgen, atirantada por el bello manantial de la salud» 62 ª Manuela, por su parte, es la matrona dotada de virtudes tan tradicionales como la «bondad, honradez, castidad y cierto aire pudoroso que no se olvida fácilmente» 63 Entre todas ellas, Rubí es, sin duda, la más cercana al prototipo modernista, aunque se la presente como encarnación de las fuerzas germinales de la Naturaleza.

Pese a sus carencias culturales, el amor la ha dotado de una aguda capacidad perceptiva -«un enamorado dice Rueda ve más que todas las personas sensatas»-; de esa feliz «ignorancia» procede, paradójicamente, su fascinante belleza, pues «el cerebro es un grajo repugnante, y la fantasía es la hermosura» 64 El resultado es una mujer ideal de gran originalidad, que conserva rasgos de la midons del amor cortés, de la donna angelicata del stilnovismo , y de las damas etéreas de Dante, Petrarca, Garcilaso y Bécquer, sustituyendo el virginal encanto de estas por una paradisíaca ansia germinal que, tras quemarlas como mariposas, las hace resurgir como aves fénix en nuevas generaciones.

Recuérdese, por ejemplo, el retrato de Rosalía -un rubí y dos esmeraldas, trasunto de sus labios y sus ojos-, imagen «de una mujer ideal, de un ser misterioso, de una novia de luz, de una prometida divinizada» 65 El acercamiento decisivo al Modernismo, en detrimento del influjo naturalista, se produce en Rueda en el campo del estilo.

Los naturalistas franceses habían puesto de moda una prosa cuidadosamente descuidada, apta para expresar con aire cientificista lo más crudo de las realidades humanas.

ª Emilia Pardo Bazán- presenta las ideas en la misma forma irregular y sucesión desordenada, pero lógica, en que afluyen al cerebro, sin arreglarlas en períodos oratorios ni encadenarlas en discretos razonamientos», aunque no cayera en lo que algunos llamaron «la retórica del alcantarillado» ni en el «habla canallesca» 66 Con menos sutileza, D.

Manuel de la Revilla veía en el lenguaje naturalista «menosprecio de la forma, olvido del gusto Zola, desde luego, había sido tajante a este respecto: «Si se quiere saber mi opinión, creo que en la actualidad se da una preponderancia exagerada a la forma Estamos podridos de lirismo, creemos equivocadamente que el gran estilo consiste en una turbación sublime, siempre cercana a caer en la demencia; el gran estilo está hecho de lógica y claridad» 68 Por el contrario, como dijo Valera, Salvador, «buen poeta en verso, es poeta en prosa también; ama la forma» 69 Esta le parece elemento esencial de la literatura, y -en palabras a Gelormini de 10 de mayo de «a la brillantez y originalidad del estilo ha confiado las cosas casi imposibles de expresar; el color y la fuerza y la poesía del estilo son el manto de oro bajo el cual se pueden expresar sublimemente todas las dificultades del pensamiento».

El 30 del mismo mes remachaba así sus ideas, en carta al mismo corresponsal a propósito de La Cópula : «Usted debe procurar decirlo todo [en la traducción de esa novela mía] de un modo que la obra no pierda erotismo, ni fuego, ni pasión carnal, pero que todo esté dicho con altísima trascendencia y poesía.

La poesía , el estilo deslumbrador y la fuerza han de cubrir, como un manto de oro, todos los pensamientos arriesgados, para que el público, aunque vea lo enorme y peligroso del tema, quede cautivo por la poesía y el estilo» 70 Nuestro escritor no duda en imitar expresiones de los clásicos del Siglo de Oro, románticos, naturalistas y modernistas: «golfos de tinieblas», «noche de viento fantástica y medrosa», «visiones de la noche, ante las cuales lanzaban lúgubres aullidos los perros», «las piedras preciosas, esos divinos minerales», «trompetas de órgano», «sinfonía de la noche», etc.

Todo le vale para construir el discurso literario. Nunca, sin embargo, fuerza la expresión hacia el pastiche ni el plagio. Asimila, por el contrario, cuanto lee, acomodándolo a su personal modo de decir.

En cualquier caso, cree que la proximidad de lo bello embellece. Por eso, a través de una especie de cubileteo verbal, desconecta los temas más escabrosos del área semántica de la chabacanería o el mal gusto para conectarlos con el de la belleza ideal. Así lo dice él mismo en un pasaje clave de la carta a Gelormini de 30 de mayo:.

Para el miembro viril uso, a veces, la palabra falo , y otras veces la palabra sonda , y otras la palabra signo , o rúbrica «miembro», nunca, ni una sola vez. Para el órgano sexual de la mujer, uso la palabra cáliz materno, molde, matriz, ovario y otras 71 Nada tiene de extraño, en fin, el alejamiento de Rueda de lo esencial del Naturalismo y del Modernismo.

Su alergia frente a las tendencias literarias foráneas, sobre todo francesas, era demasiado grande, y más tras la ruptura con Rubén posterior a Nuestro escritor -que nunca supo francés, ni pudo, por tanto, establecer contacto directo con las fuentes primarias del Naturalismo y del Modernismo 72 72 -, repudiaba una y otra vez esos movimientos.

Y añadía: «No estoy conforme con que yo tenga en mis pobres escritos espíritu francés, sino antes bien procuro que sean españoles Y si en el procedimiento se pudieran notar vislumbres de algunos maestros, esos maestros son nuestros clásicos del Siglo de Oro» 74 En otra ocasión lamenta Rueda que, habiendo Dios dado -como en símbolo- tan variadas plumas a las aves de América, vayan los escritores de aquellas tierras «en macabra procesión a París por una pluma prestada, enferma; ¡lo que es más desgarrador, vacía de ideales!

Nada nuevo hay en esa afirmación, pues sabido es que, desde D. ª Emilia a Federico Moja, cuantos escritores españoles tienen vetas de Naturalismo, buscan sus ascendientes en territorio español: la picaresca, Cervantes, Quevedo, Quiñones, Alemán. La corriente zolesca no es para ellos sino un afluente desviado de ese raudal 76 Salvador Rueda no es en esto una excepción.

Y así, a pesar de sus protestas, podemos detectar fácilmente en sus escritos aspectos parciales de ascendencia naturalista o modernista -ideas larvadas, fragmentos de temas, esbozos de personajes y conflictos, toques ambientales, descripciones, símbolos No cabe duda, sin embargo, de que su espíritu de artista estaba más cerca de Rubén que de Zola.

El propio Salvador estaba convencido de ser el verdadero iniciador de la moderna estética, pensando que Rubén le había seguido en puntos tan importantes como el helenismo, la visión panteísta de la Naturaleza, la revolución métrica, o la acuñación del nuevo lenguaje poético.

Gran poeta, ¿cómo no? Muchos, tanto de aquí como de allá, le deben todo a Rueda, aunque no quieran confesarlo» 78 Y no es extraño que pensara así, pues, dejando a un lado cuestiones de precedencia, sus puntos de contacto con la estética rubeniana son numerosos y decisivos: así, la exaltación de la belleza como supremo valor poético, la pasión por la forma, la concepción musical de la poesía, el gusto por el color y la luz, la visión suntuosa de la Naturaleza, el sensualismo erótico, el descontento con la literatura precedente, la defensa teórico-práctica de una revolución literaria, y la reivindicación de un protagonismo personal en su gestación y triunfo.

En cualquier caso, ese Rueda agresivo que, a finales de siglo, pretendía construir una nueva literatura sobre las ruinas de la precedente, va frenando poco a poco sus ímpetus iconoclastas. Una vez conseguida su voz personal, se atrinchera en posiciones conservadoras, volviendo sus armas contra toda innovación procedente del exterior.

Y así, a partir de Camafeos , Piedras preciosas y Mármoles -en la novela, La Cópula conecta también en aspectos importantes con el movimiento ya agonizante, al menos en su primera etapa-, su estro gira hacia una estética más contemporizadora y tradicional, olvidando exquisiteces experimentales para reiterar fórmulas comprobadas.

Rueda exacerba a partir de entonces su nacionalismo literario, cerrándose, en especial, a toda posible fecundación francesa. Apartándose del ejemplo de Rubén -y quizá por un deseo inconfesado de establecer distancias a su respecto-, acepta el dictamen de la crítica española más cauta - Clarín , Pereda, Valera Semejantes consejos hubieron de influir, sin duda, en un hombre tan impresionable como Salvador, para quien el parecer de estos escritores -social, económica y literariamente prestigiosos- constituía una sentencia inapelable en la conducta a seguir.

Quizá, en el fondo, le halagaba la idea de asumir el partido de los consagrados frente al aventurerismo, sin patrocinadores de renombre en un principio, de los nuevos estetas -en mi opinión, el complejo de autodidacto que siempre aquejó a Rueda hubo de influir en no escasa medida en esta toma de postura-.

En resumen, la obra de Rueda es el resultado de la asimilación de muy distintas influencias, entre las que el Naturalismo es marginal y casi punto de huida, mientras el Modernismo ocupa un lugar importante en los aspectos ya señalados.

De ahí que la mayoría de los críticos le adscriban a ese movimiento. Sin embargo, no podemos olvidar la presencia de otras voces, imposibles de reducir a esos esquemas. Ello explica la dificultad de clasificar la obra de Rueda, que no es solo temática, sino que alcanza al estilo, y hasta al espíritu mismo de las diversas composiciones.

Para nosotros, es el vitalismo entusiasta y enfático, manifestado en un hondo sensualismo, el que da unidad a tan diversos ingredientes. A partir de ahí, se produce una ancha dispersión, que impide encasillar esa obra en ninguna corriente en exclusiva.

Poeta y novelista de síntesis en ocasiones, Salvador no desdeña, al propio tiempo, influencias predominantes en algunos de sus libros del Romanticismo, Costumbrismo, Naturalismo, Modernismo, etc. Junto a su carácter de escritor-testigo de las corrientes literarias con las que convive, hay que tener en cuenta, sin embargo, su faceta de creador original, y su vertiente de hábil combinador de elementos diversos.

En sus comienzos, acaudilla las vanguardias, para luego quedarse rezagado y añorante, presa de sus propias fórmulas ya envejecidas. Nadie puede negar, sin embargo, la potencia instauradora de sus hallazgos y esfuerzos 80 Seis cartas inéditas de Salvador Rueda a F.

Gelormini y E.

- Analizar y reflexionar sobre obras literarias clave del naturalismo. - Desarrollar habilidades de análisis literario y crítico Conocer la lírica y el teatro realistas y naturalistas como manifestaciones artísticas de la literatura del momento. Valorar la técnica narrativa de las novelas Salvador Rueda y sus relaciones con el Naturalismo. (Con seis cartas inéditas del poeta) El movimiento naturalista, surgido en Francia hacia por obra de

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Versión Completa. Lo que nos enseña la naturaleza. Joaquín Araújo, naturalista y escritor

Competencias de Poesía Naturalista - Competencias y objetivos. Contexto de la asignatura para el curso ; Competencias de la asignatura (verificadas por ANECA en grados y másteres oficiales) - Analizar y reflexionar sobre obras literarias clave del naturalismo. - Desarrollar habilidades de análisis literario y crítico Conocer la lírica y el teatro realistas y naturalistas como manifestaciones artísticas de la literatura del momento. Valorar la técnica narrativa de las novelas Salvador Rueda y sus relaciones con el Naturalismo. (Con seis cartas inéditas del poeta) El movimiento naturalista, surgido en Francia hacia por obra de

Leer, analizar y valorar aquellas obras relevantes por su condición artística y por su representatividad respecto al mundo de valores y de opciones estéticas vigentes en el periodo histórico especificado.

Reflexionar, a partir de los textos teóricos esbozados por los propios novelistas, sobre el género novela. Reflexionar acerca de las polémicas literarias habidas entre los defensores del realismo y sus detractores.

Reflexionar, a partir de los textos históricos, sobre la sociedad y la cultura de la España de la Restauración, atendiendo fundamentalmente al los principios del positivismo y el krausismo. Reflexionar sobre los procesos diacrónicos de sucesión literaria en el marco propuesto y las relaciones de los escritores españoles con los de otras culturas, así como de la literatura con otras manifestaciones estéticas.

ECTS: 6,00 Créditos teóricos: 1,20 Créditos prácticos: 1,20 Carga no presencial: 3, Aceptar Rechazar. Cerrar menú. Término, persona o unidad a buscar Buscar. Cerrar búsqueda. Opciones búsqueda en móvil Este web Persona Unitat. Competencias y objetivos Contexto de la asignatura para el curso Competencias de la asignatura verificadas por ANECA en grados y másteres oficiales Resultados de aprendizaje Objetivos formativos Objetivos específicos indicados por el profesorado para el curso Contexto de la asignatura para el curso La asignatura Literatura Española del Realismo y Naturalismo ofrece a los estudiantes una formación teórica y práctica sobre las obras de los principales escritores españoles realistas y naturalistas, así como la caracterización ideológica y estética de ambos movimientos artísticos del siglo XIX.

Competencias Genéricas de Grado. CG1 : Ser capaz de dominar las teorías, perspectivas y conceptualizaciones clave para la construcción del marco teórico de las disciplinas lingüísticas y literarias aplicadas a la lengua española y a su literatura como experto en la materia y en los diferentes perfiles profesionales.

Competencias Genéricas de la UA. CUA3 : Ser capaz de expresarse correctamente oralmente y por escrito en una de las dos lenguas oficiales de la Comunidad Valenciana en su ámbito disciplinar. CC13 : Capacidad para comprender las características y evolución de los movimientos y tendencias literarias en español en tanto que manifestaciones de la actividad artística y creativa en lengua española como individuos conocedores del papel de dichas manifestaciones en la construcción del pensamiento.

CC14 : Ser capaz de comprender el papel de los movimientos y tendencias de los géneros literarios en lengua española en la construcción del pensamiento literario clásico y contemporáneo y valorar su impacto en el ámbito social.

CP19 : Capacidad para identificar las corrientes críticas literarias, sus categorías, conceptos y nomenclatura, como herramienta fundamental para desarrollar la capacidad de análisis y crítica del texto literario, cinematográfico, publicitario, etc.

en tanto manifestación creativa y reflejo del contexto sociocultural. CP20 : Capacidad para utilizar los recursos y materiales pertinentes: repertorios bibliográficos, diccionarios, obras de referencia, ediciones críticas, traducciones y TICS como un aprendiente autónomo capaz de controlar el propio proceso de aprendizaje y de progresar de forma independiente en él.

CP21 : Ser capaz de desarrollar explicativa y argumentativamente los contenidos teóricos y prácticos de la lengua y la literatura española en el papel de conocedor y trasmisor así como asesorar oralmente y por escrito en relación con el conocimiento adquirido.

CA22 : Ser capaz de valorar y aprovechar el plurilingüismo y la multiculturalidad como agente social partícipe en la construcción de una sociedad plural y tolerante a partir de la propia configuración multicultural del mundo hispánico.

CA23 : Ser capaz de mostrar una actitud crítica y autocrítica en el proceso de aprendizaje. CA24 : Capacidad para mostrar compromiso social con la igualdad entre hombres y mujeres, la pluralidad y diversidad de realidades de la sociedad actual, la paz y la democracia. Planeo Simplifica la planificación de tus Cursos con IA.

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Inicio Descubrir Tutorial. Imprimir PDF Compartir. Curso: Comprender los fundamentos del movimiento literario del naturalismo. Editor: Katherine Rivera Área académica: Lenguaje Asignatura: Literatura Número de Unidades: 4 Etiquetas: Fundamentos Naturalismo Literatura.

Descripción del curso El curso "Fundamentos del Movimiento Literario del Naturalismo" tiene como objetivo principal brindar a los estudiantes una comprensión profunda del movimiento literario del naturalismo y su influencia en la literatura. Competencias del Curso Identificar y analizar las características y elementos del movimiento literario del naturalismo.

Interpretar y analizar el simbolismo y la metáfora presentes en obras literarias del naturalismo. Aplicar el conocimiento adquirido sobre el naturalismo en la interpretación de obras literarias.

Desarrollar habilidades de análisis crítico de obras literarias clave del naturalismo. Requerimientos del curso Edad de 13 a 14 años.

Conocimientos básicos de literatura. Capacidad de lectura y comprensión en español. Capacidad para realizar análisis crítico y reflexivo. Unidad 1 Unidad 2 Unidad 3 Unidad 4. UNIDAD 1: Características del movimiento literario del naturalismo En esta unidad, los estudiantes aprenderán sobre las características y elementos del movimiento literario del naturalismo a través del análisis de obras literarias clave.

Objetivo General Analicar características y elementos del movimiento literario del naturalismo en obras literarias clave. Objetivos Específicos Identificar los aspectos fundamentales del movimiento literario del naturalismo.

Comprender las características y elementos del naturalismo presentes en obras literarias clave. Reconocer el enfoque determinista y el retrato objetivo de la realidad en el naturalismo. Temas Introducción al movimiento literario del naturalismo Características del naturalismo en la literatura El determinismo en las obras literarias naturalistas El retrato objetivo de la realidad en el naturalismo Actividades Actividad 1: Investigación sobre el movimiento literario del naturalismo.

Los estudiantes deberán investigar sobre el naturalismo, sus características y elementos principales. Actividad 2: Análisis de obras literarias clave.

Los estudiantes deberán leer y analizar obras literarias del naturalismo para identificar las características y elementos presentes en ellas. Actividad 3: Debate sobre el determinismo en el naturalismo.

Los estudiantes participarán en un debate en el que discutirán sobre la influencia del determinismo en las obras literarias naturalistas. Actividad 4: Creación de un collage visual. Los estudiantes crearán un collage visual que represente el retrato objetivo de la realidad en el naturalismo, utilizando imágenes que reflejen las características del movimiento.

Evaluación Para evaluar el objetivo de aprendizaje de esta unidad, los estudiantes deberán realizar una prueba escrita en la que demuestren su comprensión de las características y elementos del naturalismo en obras literarias clave.

Duración Esta unidad tendrá una duración de 2 semanas. Volver al menú Unidad 2: Interpretar y analizar el simbolismo y la metáfora presente en obras literarias del naturalismo En esta unidad, los estudiantes aprenderán a interpretar y analizar el simbolismo y la metáfora presentes en obras literarias del naturalismo.

Objetivo General Interpretar y analizar el simbolismo y la metáfora presente en obras literarias del naturalismo. Objetivos Específicos Identificar y comprender el simbolismo y la metáfora en obras literarias del naturalismo. Analizar el significado y la función de los símbolos y metáforas en las obras literarias del naturalismo.

Aplicar estrategias de análisis para interpretar el simbolismo y la metáfora presentes en obras literarias del naturalismo. Temas Concepto de simbolismo y metáfora Técnicas de simbolismo en el naturalismo Técnicas de metáfora en el naturalismo Análisis de símbolos y metáforas en obras literarias del naturalismo Actividades Actividad 1: Análisis de símbolos en "Germinal" de Émile Zola Descripción: Los estudiantes leerán extractos de la novela "Germinal" de Émile Zola y analizarán los diferentes símbolos presentes en la obra.

Discutirán el significado y la función de cada símbolo y compartirán sus interpretaciones con la clase. Aprendizajes clave: Identificación de símbolos en una obra literaria, análisis del significado y la función de los símbolos. Actividad 2: Análisis de metáforas en "La bestia humana" de Émile Zola Descripción: Los estudiantes leerán fragmentos de la novela "La bestia humana" de Émile Zola y identificarán las diferentes metáforas utilizadas en la obra.

Analizarán el significado y la función de cada metáfora y compartirán sus interpretaciones con la clase. Aprendizajes clave: Identificación de metáforas en una obra literaria, análisis del significado y la función de las metáforas.

Actividad 3: Análisis comparativo de símbolos y metáforas en obras del naturalismo Descripción: Los estudiantes seleccionarán dos obras literarias del naturalismo y realizarán un análisis comparativo de los símbolos y metáforas presentes en ambas obras.

Buscarán similitudes y diferencias en el uso de estas técnicas literarias y discutirán su significado y relevancia en el contexto del movimiento naturalista. Aprendizajes clave: Aplicación de estrategias de análisis para interpretar símbolos y metáforas, comprensión de la función de estas técnicas en obras literarias del naturalismo.

Evaluación Realización de un ensayo analítico sobre el uso de símbolos y metáforas en una obra literaria del naturalismo. Participación activa en las discusiones y actividades en clase relacionadas con el análisis de símbolos y metáforas en obras literarias del naturalismo.

Duración 2 semanas Volver al menú UNIDAD 3: Relación de las obras literarias del naturalismo con el contexto histórico y social En esta unidad, los estudiantes explorarán la relación entre las obras literarias del movimiento literario del naturalismo y el contexto histórico y social en el que fueron escritas.

Objetivo General Relacionar las obras literarias del naturalismo con el contexto histórico y social en el que fueron escritas. Objetivos Específicos Identificar los principales cambios históricos y sociales que dieron lugar al movimiento literario del naturalismo.

Analizar cómo los avances científicos y tecnológicos influyeron en el desarrollo del naturalismo. Comprender cómo las condiciones socioeconómicas y políticas se reflejan en las obras literarias del naturalismo.

Temas Contexto histórico y social del naturalismo Influencia de los avances científicos y tecnológicos en el naturalismo Reflexión social y económica en las obras del naturalismo Actividades Análisis de textos históricos Los estudiantes investigarán y analizarán textos históricos relacionados con el período en el que se desarrolló el naturalismo.

Presentación sobre avances científicos y tecnológicos Los estudiantes realizarán investigaciones sobre los avances científicos y tecnológicos más significativos que ocurrieron durante el período del naturalismo.

Visor de obras. Opciones búsqueda en móvil Este web Persona Competencias de Poesía Naturalista. Al Nzturalista de La Cópula van impresos todos los datos de mí Natralista de mis obras que V. Esta se es uno de los ejemplos de Ganadores de programas reality y realismo porque mostró la verdad de los romances, las imperfecciones pero también la volatilidad de las emociones y las pasiones. La poesía siguió cultivándose y tuvo buena acogida entre el público, aunque hoy resulte alejada de nuestra sensibilidad. Frente a los escenarios naturalistas, escogidos de entre lo más sórdido y miserable, y a los exóticos y suntuosos ambientes modernistas, Rueda se complace en pintar campos luminosos, casas limpias y soleadas, playas cegadoras y cortijos bulliciosos.

By Vulabar

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